martes, 17 de noviembre de 2020

SEMANA 46

 

Jueves

jornada veraniega, que además podríamos catalogar como “decepcionante” ya que estuvimos por la mañana en un cazadero de esos que parece que vas a echar una arcea en cualquier esquina y echamos una de casualidad, ni un rastro más. Y la verdad, no nos dio juego alguno, ni a nosotros, ni a los perros y además desapareció. La movimos dos veces y dudamos si una tercera vez, que estuvo Xana en muestra, pero no logramos ver nada. Por la tarde liamos un poco de tiroteo con un bando de torcaces que nos encontramos, aunque los indios no estuvieron muy finos. Para poner el broche final a esta decepcionante jornada de caza, Levín con una almohadilla de la pata trasera, prácticamente arrancada; así que veterinario y un par de semanas, como mínimo, a la enfermería. 


Sábado

seguimos inmersos en un noviembre primaveral cien por cien, temperaturas entorno a los veinte grados y con los árboles con casi su totalidad de hoja y muy verde para la fecha en las que nos encontramos. Así que volvimos a subir a la sierra, en busca de las de leotardos rojos, como dice Aitor. Viendo la afluencia de gente por estas altitudes, diría que este año a la perdiz asturiana también le va perjudicar, indirectamente, la Covid-19. Hoy los perros dieron bastante asco, imagino que la combinación de terreno duro, falta de agua y temperatura elevada hizo que los pobres sufrieran bastante y quedase muy limitada su capacidad de trabajo. Aún así nos brindaron algún lance. Pepín con Wolf y Rubble tuvo opción de tirar en dos ocasiones y pudo hacerse con una perdiz en uno de los lances; nosotros disfrutamos de una única ocasión brindada por Megan y Fabio, en el cual Aitor se hizo con otra perdiz. Bastantes rastros, pero las perdices no aparecieron, aunque hoy daba la sensación que era complicado, con tanta gente estaban casi todas movidas de los sitios habituales.

Domingo

hoy tocaba cazar solo, Aitor tenía tareas pendientes que había que atender sin demora y Pepín cazó en su coto, donde echó un par de arceas, pero no tuvo fortuna de abatirlas. Yo tuve una mañana bastante entretenida, cuando tienes la suerte de ser un paquete como yo, sueles necesitar varias oportunidades para hacerte con una arcea y hoy fue el caso, cuatro o cinco levantes y cinco tiros fueron necesarios para colgar la primera del día. Fue poner el pie en le monte, soltar el cerrojo de la escopeta al cargar y con el ruido (imagino) levanta una arcea cincuenta metros riega arriba…estaba claro que ésta no nos lo iba poner fácil. Tardé bastante tiempo en dar con ella, puesto que creí que se había ido para la ladera de enfrente, con tanta hoja no hay apenas visibilidad, pero cuando retorné al punto del primer levante, al poco puso Xana, aquí no vi nada, aunque viendo que luego la puso unos veinte metros más adelante, imagino que hubiese pegado un pequeño vuelo; esta vez nos sale por la espalda y rápidamente se tapa con la copa frondosa de un árbol, que debe estar aún cayendo hoja del par de bombazos que solté en la dirección que llevaba. Ahora sí que cruzó de ladera, fui en su busca y al poco tiempo se quedan de muestra simultáneamente Xana y Gitana (primera arcea mostrada por la jovenzuela), cuando emprende el vuelo, un tiro rápido que me parece imposible que no la haga caer y luego otro tiro un poco más lejano, pero me da la sensación que hace un extraño en el aire. Sigo en su busca y al rato, Xana se queda en muestra, guía adentrándose en una mata de escayos y escucho el aleteo de la arcea, creí que la iba coger la perra, pero logra salir de la mata, pasando a un escaso metro de mí y pudiendo apreciar que lleva una pata colgando y se aleja con un vuelo lento, cuando está a una distancia prudencial, disparo y logro hacerme con ella. Luego las perras localizaron otra, pero el monte cerrado jugaba a su favor y cuando me pareció que el lugar de escapada de la arcea era un pequeño claro unos metros por delante, no me dio tiempo a llegar y mientras rompía maleza la escuché levantar el vuelo y no conseguí volver a echarla. Hoy Xana estaba “pletórica” y a pesar de sus nueve años, cuando hay tomate, parece que rejuvenece 😉 y quería regalarme otro buen lance antes de irnos para casa. Después de un sinfín de muestras, guías y no dejándose liar por Gitana, que en esta ocasión estorbaba más que ayudaba, logró bloquear la arcea en un pinar bastante inaccesible para mí, pero hoy la fortuna estaba de nuestro lado y me dio tiempo a salir, rodear el pinar y colocarme por encima de la perra y esperar a ver que acontecía, con la suerte que después de unos minutos la arcea apareció, pude hacerme con ella y Xana obtuvo su más que merecida recompensa.
 

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